lunes, 1 de junio de 2009

Respuesta de Elpidio Isla

Buenos Aires, últimos días de mayo de 2009
Amiga Elisabet Sastre
Voy a empezar coincidiendo con tus apreciaciones y me voy a permitir ampliar tu visión de Santa Cruz. Esta provincia, armada de apuro, la hicieron repartiéndose entre Santa Cruz y Chubut, lo que era la Gobernación de Comodoro Rivadavia y por ende debiera haber sido una provincia con base en Comodoro Rivadavia. Sus límites trazaban un arco que iba desde Puerto Deseado hasta Sarmiento y continuando hasta Camarones. No es extraño lo que pasó, habida cuenta de la inmensa riqueza petrolífera de la zona, varios puertos de aguas profundas y todas sus localidades unidas por un ferrocarril que quedó trunco en Las Heras y por Sarmiento. Nunca llegaron a unirse Las Heras con Perito Moreno y Sarmiento. Esto lo explicará mejor algún historiador. Me contaron de uno que vive o vivió en Puerto Deseado y tiene la verdadera historia del ferrocarril de la Zona Norte de Sta Cruz, desgraciadamente su nombre se me ha perdido en el mar de papeles que me rodea.
¿Qué tiene que ver esto con los movimientos poéticos literarios en Santa Cruz? Cuando dices “en Santa Cruz” debieras decir “en Río Gallegos” pues yo que he sido un militante del campo de la literatura y también de la política. Algunas notas que andan por allí (El camarote, El Regional, Crónica y el Patagónico las publicaron oportunamente) dan cuenta de ese trabajo. He vivido desde la literatura y la política esa división.
Las relaciones de producción fueron (y son distintas) en cada una de las tres regiones en que se dividió aquella unidad geocultural y así también fueron y son distintas sus realidades literarias, consecuentemente sus poéticas y narrativas. Pero no hubo enfrentamiento de corrientes de pensamiento y dudo que haya habido alguna “corriente de pensamiento” que excediera las zonas de producción y dudo que la economía pastoril, burocrática y administrativa de Río Gallegos haya estado en condiciones (por aquellos tiempos) de producirlas. Más allá de una poesía edulcorada. Y una narrativa chirle y acomodaticia, excluyo a Andrea Madsen y a Consevoy, (con quien me unió una mutua antipatía) dos narradores excelentes.
“No me atrevería a asegurarlo porque para algunas personas la poesía es facilísima y para otros, casi imposible; y el trabajo arduo de escribir narrativa se ve menos arduo al ver cómo hay poetas que escriben libros enteros con una línea narrativa argumental muy difícil de sostener a lo largo de la obra (…) Afirmas Elisabet y nombras a continuación a Jorge Alegret, miembro y fundador de algunas publicaciones como: El Faro; La loca poesía y Recienvenido a las que no me referiré nuevamente. Jorge Alegret, Marisa Vallory y otros tantos fueron personalidades que en la década del setenta hicieron sus obras desde el golfo y tal como lo recuerdo, no tuvieron ninguna posibilidad de enfrentamiento de corrientes de pensamiento provenientes de otras partes de este territorio, pues no las había y si las hubo estaban tan escondidas y tan preocupadas por cuidar el “puesto en la provincia” que no se manifestaban o no tenían la fuerza, la profundidad o la originalidad para constituirse en actores de una discusión que claramente los excedía.
La poesía, Elisabet, es fácil o imposible. Sostengo que los impulsos primarios suelen tener raíces poéticas, o son fácilmente poetizables, de allí lo de Rilque: “Las emociones se tienen demasiado pronto” Las emociones son democráticas, son para todos, pero convertir esas emociones en poesía es imposible para la mayoría de la gente. El problema es que mucha gente confunde sus emociones con la poesía: escribe, edita y nos atormenta.
“…y verdaderos combates por la posesión del capital simbólico que se hallaba en juego (premios, becas, publicaciones, viajes, puestos en cultura, etc). No podemos asegurar que tal combate haya finalizado…”
No Elisabet, no ha concluido, es más se ha exacerbado y se ha trasladado a otro campo inexistente por entonces en la Provincia “el campo académico” allí se libran hoy esas batallas (mucho más feroces que una simple discusión entre poetas).
Por los setenta en la zona norte (yo prefiero llamarlo el golfo y tomo El valle, Comodoro y Caleta Olivia como cabeceras) ya había superado el folklorismo indigenista que se había quedado en cierto cancionero inventado como forma de vida para algunos. No hace falta nombrar a tanto pelafustán disfrazado de gaucho de opereta cantándole a un indio simbólico, mientras que los verdaderos indios se morían y mueren en aberrantes reservas puestas en pedregales inservibles sin que nadie haga algo por ellos.
Escritores de la talla de Angelino, Aracena, Borsella, Angelina Coicaud, Vallory, Amato, Pipig, Oyarzabal, Pescha, Buczack, Strukjel, Vilardo, Terraza, Lily Patterson, Moisés y otros (cito de memoria) inauguraron una estética, consecuencia de los nuevos escenarios productivos y corrientes políticas más combativas provenientes de otras latitudes
Asencio Abeijón era el escalón entre su narrativa emparentada con Jack London y la nueva literatura retomada por Angelino y Aracena que tenían sus ojos puestos en Faulkner y la narrativa Norteamericana que ellos volcaron generosamente en los que veníamos después. En muchos casos más politizados e insolentes que talentosos, adheríamos a la premisa Artliana de que “el futuro era nuestro por prepotencia de trabajo”. Éramos los actores que nos disponíamos a escribir esa etapa de la literatura en la Patagonia, lejos muy lejos de cierta literatura oficial que ramoneaba, por ese entonces, en el sur patagónico. ¿Es necesario hacer nombres? Muchos de ellos fueron funcionarios de gobiernos militares; por un sueldo prestaron sus nombres en direcciones de cultura, secretarías de información pública y todo lugar desde donde pudieran medrar, sin talento alguno, de los dineros públicos. Se llamaron a si mismos, poetas, escritores, periodistas y participaron del pobre banquete intelectual que brigadieres y coroneles de segundo orden, les ofrecían junto con los sándwiches de miga y canapés sobrantes de alguna celebración anterior.
Recuerdo a una buena mujer y una pésima poeta que oficiaba de Directora de cultura de la Provincia de Santa Cruz. Fuimos a un encuentro de escritores organizado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia (No se si nos invitaron, pero es posible ya que el Director de Cultura de la Municipalidad de Comodoro era Nelson Dames) Mediando el encuentro se produjo una discusión por un documento en el que nosotros: Artola, Aliaga, Ankudovic, y yo abogábamos por una posición crítica respecto al proceso, en contra de quienes votaron por nuestra expulsión del encuentro (¿quién recuerda hoy sus nombres o su obra?) “por pretender politizar el encuentro de escritores”. Nosotros sosteníamos que este Encuentro de Escritores era un hecho político que, en esos términos, nos avergonzaba”. Nos defendió Nelson Dames y nos quedamos sólo para retirarnos después por nuestra cuenta. La Directora o Secretaria de Cultura de Santa Cruz permaneció callada, cuando nos íbamos me encontró y me dijo en voz baja, mientras me apretaba maternalmente la mano: ---Sos terrible vos--- ella podría ser mi madre o mi tía y yo la hubiera amado, pero era una funcionaria de cultura que no tenía la menor idea de lo que estaba pasando a su alrededor y de lo que le estaba pasando a mucha gente como nosotros en el mismo Río Gallegos. Lejos de tomarlo como una admonición eso fue de lo mejor que me han dicho en la vida.
Esto sigue… un día de estos…
Gracias por tu paciencia
Elpidio Isla

1 comentario:

  1. Hola Claudia, como estás? aqui vengo reapareciendo y tomando una primera lectura de Elpidio Isla.

    había estado algunos días sin la internet ya que desde capital habían cambiado claves y otras cosas sin dar previo a los usuarios. Pero ya está todo arrglado. En toda esa bataola he perdido algunos documentos entre ellos EL CAMINO DEL CHOIKE que ya estaba casi casi listo.

    Por ahora me he quedado reflexionado en eso de que de "...La poesía, Elisabet, es fácil o imposible. Sostengo que los impulsos primarios suelen tener raíces poéticas, o son fácilmente poetizables, de allí lo de Rilque: “Las emociones se tienen demasiado pronto” Las emociones son democráticas, son para todos, pero convertir esas emociones en poesía es imposible para la mayoría de la gente. El problema es que mucha gente confunde sus emociones con la poesía: escribe, edita y nos atormenta.
    “…y verdaderos combates por la posesión del capital simbólico que se hallaba en juego (premios, becas, publicaciones, viajes, puestos en cultura, etc). No podemos asegurar que tal combate haya finalizado…” (Elpidio Isla)

    Quisiera aportar a esta reflexión, tomando en cuenta que hoy por hoy, la globalización tecnológica facilita la producción del libro como objeto y por ende la producción digital. Los escritores, en su afán de salir de anonimato y encontrar espacios que los valide se lanzan esta peligrosa expedición olvidando el oficio, la crítica y la autocrítica.

    Usualmente el tiraje llega a 300 libros; aunque la media nos dice que los autores que optan por la autopublicación no sobrepasa los 100 ejemplares. Si no se tiene una estrategia de distribución y/o difusión, serán muy pocos quienes conozcan la obra.

    Este es uno de los problemas, que sobre todo en patagonia chilena, se debe solucionar. creo, que una forma son las redes de apoyo que faciliten al escritor salir de este claustro (o vicio?).

    cristian lagos

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