lunes, 26 de octubre de 2009

Acerca de un prólogo de un libro-antología que aún no salió

En el año 2006, en la ciudad de Río Gallegos, en la calle 25 de Mayo n° 35, en la empresa IMAGEN Diseño y Dirección, se termina de imprimir la "Antología de Escritores Santacruceños de Fin de Siglo". Era Subsecretario de Cultura de la Provincia de Santa Cruz el señor Rubén Radosaldovich, de quien se puede leer un poco más en el siguiente vínculo: http://www.opisantacruz.com.ar/2007/Julio/02/diahoy/Portada%2003.htm
Era Presidente de SADESC Roberto Leydet, quien elabora el primer prólogo de la obra que nos ocupa, el segundo prólogo es elaborado por el mismísimo Radosaldovich. De ese prólogo es que nos ocuparemos en este trabajo.

A continuación transcribo textualmente el prólogo referido, incluso con errores ortográficos, lo que está entrecomillado son palabras absolutamente textuales del entonces Subsecretario Radosaldovich. Las remarcaciones en negrita son mías.

"Bien dijo alguna vez un urbanista local que las plazas y los parques de los patagónicos son nuestros gimnasios; y debemos añadir que ese espacio es compartido, en la carrera de la vida cotidiana, con los pasillos que forman las góndolas de los supermercados y las colas de pago y cobro que los habitantes de nuestra geografía conforman, en los bancos y demás instituciones públicas, donde se encuentran a conversar y a ponerse al tanto de los chismes del día.El patagónico de la zona austral, el santacruceño. el riogalleguense, vive expuesto al encierro, debido a la rigurosidad de la intemperie que, en muy poco tiempo afea las casas por fuera, descascara la pintura, debilita los revoques de cemento, raya los vidrios exteriores, mientras que, adentro, todo es tibio y acogedor.
El patagónico es apático, como un cavernícola y su nueva cueva es su casa, su nueva hoguera la luz que desprenden los rayos catódicos de un televisor y su nuevo báculo el control remoto.La patagonia expone al individuo a los rigores de un gran contraste: por un lado, las comodidades y las herramientas que proporcionan las ciudades, como ser computadoras, con acceso a internet; comunicaciones telefónica, postal y otras; artículos de librería;libros (hay que recordar que Río Gallegos es una ciudad, por ejemplo, de 82 mil habitantes, que llegó a tener, a principios de 2005, siete librerías y hoy cuenta con cinco (¡); una Universidad con una excelente carrera de Profesorado en Letras (se trata de la U.N.P.A-U.A.R.G. Universidad Nacional de la Patagonia Austral- Unidad Académica Río Gallegos; escritores (algunos agrupados en la filial local de la Sociedad Argentina de Escritores) etcétera. Por otro lado, las impresiones que en el individuo provoca la belleza abrumadora y salvaje del paisaje, poblado de una atmósfera que cuando no es prehistórica, es cuando menos inhumana.
¿Quién no recuerda, yendo a otras latitudes, la fuerza y los colores de esa bóveda celeste, ya en pleno atardecer, tachonada de estrellas, con un lucero que alumbra en el horizonte desde su resplandor frío y titilante, mientras la luna se apronta con sus finos y filosos cuernos a arrasar el todo de la noche?.
Es entonces cuando algunas personas conviviendo pacíficamente con ese aislamiento que impone esta cultura del sur y cansadas del televisor, llevan el mate junto al sillón y se deciden a leer. En ese momento comienza a desarrollarse un extraño viaje interior.Alguno de esos lectores decide tomar una birome, un papel y comenzar el intento de volcar sus ideas. Claro, el lenguaje escrito no es el mismo que el oral y se resiste. La escritura se vuelve, como siempre que se la somete al mismo trato, indócil a la hora de ejercer la voluntad para plasmar en signos, el mundo simbólico de ese tibio y esforzado escritor, que no se manifiesta como tal ni aún para sí mismo.
Algunas de esas personas, que ya comenzaron a encontrarse a sí mismas en la escritura (porque la escritura es un espejo y una ventana transparente) deciden dedicarse a esta labor con tenacidad. Allí se inicia un nuevo proceso: el del ejercicio, el estudio y la repetición.
Sobreviene, entonces,la profesionalización escribiendo, incluso, textos muy elaborados:guiones para cine, libros de poesía, de cuento, novelas o guiones para historietas y editan esos trabajos, pagándolos de su propio bolsillo o enviando esos escritos a concursos literarios de carácter provincial, regional o nacional,ganando en algunos de esos certámenes, mientras continúan trabajando para ganarse la vida, dando asistencias técnicas para organismos oficiales o privados que están dedicados a la producción de arte o escribiendo para lagún medio gráfico local o nacional.
Todos ellos insipientes escritores de intimidad, reconocidos maestros, son importantes pues hacen a la voz de una época: la suya,. la nuestra.
Por ello no nos sorprende en absoluto que sean más de sesenta los escritores que integran esta Antología de los escritores del fin de siglo, concebida por la Sociedad Argentina de Escritores Seccional Santa Cruz, auspiciada por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia que hoy les presentamos.
Rubén Radosaldovich
Subsecretario de Cultura de la Provincia de Santa Cruz."


Todo este disparate se parece, en esencia, mucho a lo que se expresa en el portal de la subsecretaria de cultura en http://www.santacruz.gov.ar/cultura/biblioteca/programas/fuegointerior2005/fuegointerior.htm.
Intentaré analizar entre el prólogo y el texto, las relaciones ideológicas que sustentan la política cultural de la provincia (en el momento en que aún la había, actualmente el subsecretario de cultura Daniel Cazzapa es virtualmente un desaparecido político, que sólo ocupa un despacho de nada para nada).

Si tomamos este prólogo como un manifiesto explícito de cuál es la mirada que un Subsecretario de Cultura de una provincia tiene sobre el panorama cultural de la misma, y sobre qué pre-supuestos no sólo está trabajando, sino que está planificando una política cultural a futuro, no podemos más que desesperarnos. Es una explicitación de muchísimos implícitos, es un corte transversal también de un momento histórico, al que podemos analizar sincrónicamente y ponerlo a dialogar diacrónicamente, con la historia cultural de la provincia de Santa Cruz.
En primer lugar, el subsecretario considera que la intelectualidad santacruceña se forma en los pasillos de los supermercados o en las colas de los pagos de servicios donde intercambian "chismes" (sic). Es realmente increíble que se afirme tan suelto de cuerpo el alto grado de mediocridad que connota este comentario, tanto por parte de quien lo emite, como de los destinatarios hipotéticos de este texto, ergo, los lectores santacruceños y/o virtualmente cualquier lector de ese libro...

La temeraria afirmación de que: "Es entonces cuando algunas personas conviviendo pacíficamente con ese aislamiento que impone esta cultura del sur y cansadas del televisor, llevan el mate junto al sillón y se deciden a leer. En ese momento comienza a desarrollarse un extraño viaje interior." Según el señor Radosaldovich un escritor se forma a partir del hartazgo del televisor, si esto no es espontaneísmo puro, no se qué lo será. Todo esto sumado al hecho, no menor señalado, de la "poderosa e ineludible presencia del paisaje" al que se describe como: "la rigurosidad de la intemperie que, en muy poco tiempo afea las casas por fuera, descascara la pintura, debilita los revoques de cemento, raya los vidrios exteriores, mientras que, adentro, todo es tibio y acogedor." y a la vez, idealizado como: "la fuerza y los colores de esa bóveda celeste, ya en pleno atardecer, tachonada de estrellas, con un lucero que alumbra en el horizonte desde su resplandor frío y titilante, mientras la luna se apronta con sus finos y filosos cuernos a arrasar el todo de la noche"; cabe preguntar entonces en qué quedamos. O bien son, los santacruceños, unos neo trogloditas frente al televisor y la estufa, apáticos (!¡) cavernícolas y chismosos, o bien, unos "tibios y esforzados escritores" que en un rapto de desconocida humildad no se consideran escritores (?), pero ellos, en su gran mayoría, digo, integrantes de esta antología, que carece de índice y del menor criterio de diseño gráfico de libro, son afiliado a la SADESC, ya que la convocatoria se centró, en apariencia, a partir de la comisión de la seccional santa cruz, que sí figura, en pleno, en la página 412 de la mencionada antología.

Recapitulando, este libro que se editó en el año 2006, cuyos ejemplares están secuestrados por la justicia, no por su escasa calidad literaria (aunque eso hubiera bastado) sino por un escándalo y denuncia penal por la desaparición de 37000 pesos, destinados a la publicación de esta antología, cuya cantidad de ejemplares desconozco, al igual que el resto de los detalles (ocultos con mucho cuidado por los involucrados en el hecho). No afirmo que la SADESC haya tenido que ver con la estafa pecuniaria que implica la publicación de esta "antología", pero si con la estafa que significa ser cómplice de un subsecretario de cultura que afirma lo que afirma respecto a la política cultural de la provincia.
También se podría objetar la falta de criterio para conformar una antología, que se supone representativa de un panorama cultural o literario, pero claro, pedir eso equivale a pedirle al olmo que dé peras, porque las personas que integran dicha institución no sólo carecen del menor criterio crítico, sino que además consideran correcto aceptar prebendas (en forma de dinero para publicar, subsidios y otras yerbas), con lo cual se alejan cada vez más de la idea de intelectuales independientes, y este alejamiento ideológico se refleja sin dudas en los resultados estéticos que resultan.
Podría pensarse un detalle gracioso si no fuera tan grave como lo es, que además la edición tiene faltas de ortografía, errores sintácticos y un diseño interno espantoso, descuidado y desacostumbrado para una obra literaria (si ésta lo fuera)lo que hace sospechar la desidia que acompaño la edición de esta antología.
Queda analizar el otro prólogo, elaborado por quien fuera entonces presidente de la SADESC, y también analizar, otras antologías elaboradas en la región, y más específicamente en nuestra provincia, porque considero que son un reflejo de cuáles son los lineamientos de las políticas culturales, qué criterios estéticos, éticos y políticos sustentan, en una provincia donde hasta ahora los escritores independientes han sido opacados, ocultados y/o silenciados por una institución que jamás ha hecho por la cultura de la región , ni por su literatura, que "juntar tropa" para aplaudir los discursos de los subsecretarios asumiendo cargos, y para viajar a la Feria Internacional del libro en Capital Federal con los gastos pagos por el gobierno y asistir a sorteos de días de alojamiento y excursiones en El calafate.

Semejante política cultural tenía que dar por resultado este panorama actual como el que tenemos. Es una obligación ética de los intelectuales no sólo denunciar este estado de cosas, sino también hacer algo para modificarlo, porque todo está conectado, el desánimo que atraviesa a nuestra comunidad, el índice de suicidios, la falta de expectativas de sus habitantes, está relacionado con el mediocre panorama cultural que se vive, porque no está de más recordar que no sólo de pan vive el hombre. Mientras tanto, la gente olvida, estas personas se reciclan y vuelven, y hoy el señor Radosaldovich integra la asociación "Gente del sur" como presidente, institución que intenta obtener un cine para Río Gallegos (faltará dinero aquí tambien?).


Claudia Sastre- 27 de octubre de 2009

jueves, 22 de octubre de 2009

La función del cronotopo bajtiniano en “El fantasma del Cabo Virgenes” y “Chechén, el hijo” de Cecilia Maldini Frías

La función del cronotopo bajtiniano en “El fantasma del Cabo Virgenes” y “Chechén, el hijo” de Cecilia Maldini Frías

Dos locaciones diferentes pero parecidas, donde la intemperie se hace dueña del relato, y se incorpora a él, cumpliendo una tarea que excede la meramente decorativa; se transforma en trascendente a través del trabajo narrativo que la escritora le imprime. El lugar y el tiempo, y las encrucijadas que el lugar y el tiempo construyen dentro de la historia son mucho más que un marco, o como los escritores denominamos, un ambiente. Trabajando en el taller con la estructura profunda del relato, con ese díalogo que se establece entre lector y autor, díálogo enriquecido por aquello que no se dice y que se infiere, es que advertí cuánta importancia tiene para la conformación y desarrollo del relato, el ambiente. Y cuando decimos ambiente decimos una determinada época histórica y un determinado lugar geográfico, que conforman a decir de Bajtin, el cronotopo, ese lugar donde ambas líneas se cruzan y se re-significan para que el relato tenga sentidos (remarcando el plural, porque los cronotopos tienen como función el abrir la polisemia de los textos) donde podemos leer (o sentir/percibir) eso que tanto se nombra, el discurso de superficie y el discurso profundo, o la apariencia y la esencia.
Me planteaba en el taller si era correcto trabajar un cuento definido de antemano como de “adultos” para explicar una técnica a niños de ocho años, pero recordé mi propio placer estético al leer “Chechén, el hijo” de un libro predefinido por sus elementos paratextuales como literatura infantil. Ahí fue cuando comprobé que ambos textos tenían un armazón estructural complejo, cuyo centro estaba construido alrededor de la idea bajtiniana del cronotopo.
La idea de cronotopo nos presenta un suceso, pero no es un suceso cualquiera, sino que es un suceso enmarcado, y es importante dentro de la construcción del relato. Esto es, ninguno de los dos cuentos podría haber sido escrito sin contar con su respectivo cronotopo. No podría haber sido contado en otro lado, en otro tiempo, es decir, el paisaje es en Maldini, al decir de los láricos, el paisaje en el hombre,no es el elemento decorativo vacuo y descriptivo que sólo llena páginas y páginas de descripciones. El ajuste mínimo, la precisión casi epifánica del detalle, centra la mirada en lo esencial, dejando en un aparte lo suntuario, lo prescindible del paisaje
En “Chechen, el hijo”1 el relato se abre y se cierra con un enunciado gestado a la luz de una oración: “Una mujer morena”:
“Una mujer morena camina por el campo, rumbo al mar”
Y culmina con un enunciado similar desde la sintaxis, que conserva el sujeto de la oración que abre el texto:
“Una mujer morena vuelve sobre sus pasos, caminando desnuda por el campo, a la luz de la luna que ilumina las piedras y las flores silvestres de los cerros.” Y es aquí justamente donde se produce el espectacular cambio de sujeto que, de alguna manera resignifica el cuento y lo cierra:
“Lleva un niño en sus brazos”. Ese niño es Chechén.
Ese lugar, adonde llega la mujer con la tribu, a alimentarse de la ballena varada es el lugar donde se desencadena la historia, y desde donde podemos aprehender la realidad singular que nos construye el relato, es un lugar singularizado, tal como el Cabo Virgenes lo es en el relato “El fantama de Cabo Vírgenes”2
El lugar concentra los acontecimientos en un pequeño espacio geográfico que va acercando la acción como si fueran enfoques cinematográficos, enfocando a pequeñísimas escenas, a saber, la escena de la despedida en la playa, la escena del juramento, la escena de la muerte, la aparición de el hombre en el faro, enfoque en la cabaña, rechazo en la playa, la escena de la anagnórisis del fantasma y su reconocimiento de que Conrado no era Julián, su esposo, y la ruptura de la promesa de amor.
La técnica es la misma que en Chechén, la llegada al lugar donde está la ballena varada, la tribu come la carne de la ballena, comienzan a sentir los síntomas del envenenamiento, llegada de los blancos a rematar a la tribu, nacimiento del niño, huida del lugar de Chechén con su madre.
Al igual que en “Chechén, el hijo”, la playa es en “El fantasma...” el lugar donde comienza todo y todo termina, porque es el lugar donde se sella la promesa del retorno de Julián, esposo de la fantasma en vida, y el lugar donde es rechazada por Conrado con el gesto de arrojar el medallón.
En ambos cuentos no hay desplazamiento geográfico. El accidente geográfico de Cabo Vírgenes y ese lugar indeterminado pero fácilmente ubicable en la zona del estrecho de Magallanes, son encrucijadas témporo-espaciales denominadas por el teórico Nicolas Bajtín como el sitio donde se atan y desatan los nudos cruciales de la narrativa; y reponen, a la vez que utilizan “regionalidades”-saberes específicos de conocimiento experenciales de una zona geográfica determinada-, donde entran a jugar los no-dichos, por no -necesarios.
Es decir, a un patagónico no hace falta contarle cómo fue el exterminio de los tehuelches,ni contarle que los estancieros envenenaban la carne, de ballenas en este caso, o de corderos eventualmente, para exterminar tribus enteras...y quien conoce de la historia que no figura en los libros de historia argentina de la escuela saben de la fundación de las ciudades Nombre de Jesús, en la cercanía de Cabo Vírgenes y Rey Felipe, fundaciones fracasadas, donde sus habitantes perecieron por hambre y enfermedades.
El cronotopo entonces, en los cuentos de Maldini, además de ser el centro de su técnica narrativa , es una marca identitaria. Una manera alternativa de contar la historia no oficial de su pueblo, más allá que el argumento se comprende perfectamente, aún si uno no posee esos saberes previos.
Al ficcionalizar eventos históricos la narrativa de Maldini se situa en ese espacio complejo que juega siempre al margen del “regionalismo” pero sin caer en él, y a la vez recupera ese imaginario que nuestra gran poeta Gabriela Mistral dió en llamar “trópico frío”, y que ha dado una larga tradición de narradores que escriben con un ojo en la historia y otro en la literatura, como Pavel Oyarzún, Francisco Coloane, Elpidio Isla, Asencio Abeijón, Donald Borsella, David Aracena y otros narradores de estirpe.

Claudia Elisabet Sastre - Puerto San Julián- 20 de octubre de 2009-

martes, 6 de octubre de 2009

Unas reflexiones, muy provisionales, sobre la autocensura en la poesía

La critica debe descolocarse, desacomodarse para descolocar y desacomodar, por ejemplo, las artes de la colocación, o la posición,de aquello que solemos llamar "una posición política", ya sea en su sentido estratégico-militar (la política como una forma continua de guerra y la intervención en los conflictos sociales) o en su apaciguada y apaciguante manera de colocarse en la mesa de los contratos y los acuerdos racionales para mediatizar o retardar los conflictos que de todos modos patean por debajo de la misma mesa equitativa de las negociaciones.
En ambas maneras de concebir la política, la crítica literaria es más el arte del inconformismo razonado o la develación de una verdad inadvertida pero que estaba allí en las cosas o los textos literarios, ante los ojos perezosos que no sabían verla.
Jorge Panesi - Críticas-


Aquello que viene al mundo/ para no perturbar nada/ no merece/ ni consideraciones/ ni paciencia. René Char




A partir de un libro reseñado por mí"Cabeza de Tarro" del autor trelewense Rodolfo Ap Iwan, y ciertas líneas de lectura sobre las que puse énfasis (http://verbocopihue.blogspot.com/index.html#2659325322538655841#links) que pueden consultar por ustedes mismos, se suscitaron algunos comentarios polémicos.
En primer lugar debo señalar que la tarea de quien hace una reseña debe ser eso, generar pensamiento,despertar curiosidad, en fin, generar deseos de lectura, lo cual no es poca cosa, hoy en día, y con las pocas ganas de leer que existen.
En segundo lugar, creo haber actuado debidamente, es decir preguntando primero al autor (esto es posible solo a veces, ya que no siempre conocemos a quien estamos reseñando, y eso , como veremos, tiene sus pro y sus contras) pero dado que tengo una relación de afecto con el autor, me pareció oportuno preguntarle acerca del hecho de que entre la primera edición del libro y la segunda, había un poema que había sido cortado (reducido, censurado o autocensurado). Justamente esas relaciones de afecto y cercanía que tengo con algunos autores ha sido innumerables veces un problema, quizás no tanto para mí, como para los demás. Desde que elegí dedicarme a la crítica literaria, decidí hacerlo todo lo honestamente que me fuera posible, y eso implicaba leer los textos en los contextos donde fueran producidos pero no dejarme influir ni por amistad ni por enemistad en las consideraciones. No obstante he sido acusada tanto de obsecuente como de perjudicar a autores con los que hubiera tenido una rencilla personal. Y en ambos casos no era cierto. Lo que suele suceder es que el crítico es maravilloso cuando lo que dice se ajusta a lo que nosotros pensamos, y dice disparates si nos ofrece su lectura un punto de vista que no habiamos imaginado, y así...es muy dificil dejar a todo el mundo conforme; pero el debate que se suscitó con Cabeza de tarro creo yo, excede esas nimiedades que uno acepta como parte del rol que se asumió.
La contradicción se producen por el hecho de que Rodolfo y el libro susodicho fueron publicados por el Colectivo Cultural Bajo Los Huesos, integrado por un grupo de artistas que tienen una postura explícita, de connotación social e incluso política.
Esta agrupación integrada por Jorge Spíndola, Natalia Maldonado, Marcelo Chiuli, Diego Román, Marisa Barrientos, Rene Rivera Guerrero, Luis Carranza, Noelia González, Miguel Ñancufil, Miguel Rojas, Román Cura , Viviana Ayilef y Rodolfo Ap Iwan, entre otros, tiene como referente principal al poeta Jorge Spíndola, como el que tiene dentro del grupo mayor experiencia y trayectoria, y es quien prologa el libro de Ap Iwan. Este intelectual publicó a principios del mes de mayo de 2009 una solicitada que circuló por muchos sitios web y blogs, incluso correos personales, donde declaraba públicamente por qué no escribía en Jornada (un diario de la zona) donde manifiesta (cito textualmente)

Tal vez la enseñanza mayor de las luchas de 2001 fue nuestra pérdida social del miedo, nuestra impugnación de la vieja cultura del terror o de la no participación en la construcción de nuestros propios destinos como trabajadores. Esa es una conquista cultural y social que no debemos entregar a ningún patrón, a ningún modelo vigilante que pretenda erigirse sobre nuestras conciencias.

Por eso no me "cerraba" la autocensura. Me llamó la atención de que alguien que defendía con tanto impetu la libertad, de alguna manera apañara un gesto de autocensura, y no lo resaltara en el prólogo, donde enfatizaba la libertad con que el poeta escribía. Y por eso le pregunté al autor. Avisándole que no iba a sesgar ese hecho de la reseña. No hubo de mi parte ninguna actitud de mala fe. Ni la habrá, porque siempre voy de frente ante las cosas.
Tal vez, y solo tal vez, nuestro campo literario es tan chico que provoca estas fricciones de sentido, somos pocos, y nos conocemos todos o casi todos, o será que las dificultades de edición provocan ese temor de los autores de no ser leídos si ponen frases inconvenientes. Solo destaco que eso no es bueno, que no está bien que el autor piense o especule de antemano con que va a pensar o decir el lector. Es cierto también que un libro no se limita a un poema, pero un poema puede ser el síntoma de algo. Un poema (uno solo incluso) no es poca cosa. Qué puede estar pasando en nuestro campo literario para que estas cosas sucedan? ¿Éramos más libres cuando hacíamos ediciones artesanales y de poca circulación? Si así fuera sería lamentable. Es función de la crítica señalarlo, porque es un indicador de algo, porque si no ponemos a dialogar a la literatura con el contexto en el cual se produce somos un objeto suntuario, y yo no quiero dedicar mi vida a hacer objetos suntuarios, y que mis reseñas complacientes salgan publicadas en los grandes medios y eso.
El Colectivo Bajo Los Huesos y sus integrantes tienen todos los espacios para manifestarse, ni falta hace que se los aclare porque lo saben, porque la mayoría de ellos me conoce y conoce mi modo de trabajar. Pero son temas que valen la pena discutir, por la madurez y el crecimiento de nuestra literatura.

Claudia Elisabet Sastre- 6 de octubre de 2009- Puerto San Julián