martes, 6 de octubre de 2009

Unas reflexiones, muy provisionales, sobre la autocensura en la poesía

La critica debe descolocarse, desacomodarse para descolocar y desacomodar, por ejemplo, las artes de la colocación, o la posición,de aquello que solemos llamar "una posición política", ya sea en su sentido estratégico-militar (la política como una forma continua de guerra y la intervención en los conflictos sociales) o en su apaciguada y apaciguante manera de colocarse en la mesa de los contratos y los acuerdos racionales para mediatizar o retardar los conflictos que de todos modos patean por debajo de la misma mesa equitativa de las negociaciones.
En ambas maneras de concebir la política, la crítica literaria es más el arte del inconformismo razonado o la develación de una verdad inadvertida pero que estaba allí en las cosas o los textos literarios, ante los ojos perezosos que no sabían verla.
Jorge Panesi - Críticas-


Aquello que viene al mundo/ para no perturbar nada/ no merece/ ni consideraciones/ ni paciencia. René Char




A partir de un libro reseñado por mí"Cabeza de Tarro" del autor trelewense Rodolfo Ap Iwan, y ciertas líneas de lectura sobre las que puse énfasis (http://verbocopihue.blogspot.com/index.html#2659325322538655841#links) que pueden consultar por ustedes mismos, se suscitaron algunos comentarios polémicos.
En primer lugar debo señalar que la tarea de quien hace una reseña debe ser eso, generar pensamiento,despertar curiosidad, en fin, generar deseos de lectura, lo cual no es poca cosa, hoy en día, y con las pocas ganas de leer que existen.
En segundo lugar, creo haber actuado debidamente, es decir preguntando primero al autor (esto es posible solo a veces, ya que no siempre conocemos a quien estamos reseñando, y eso , como veremos, tiene sus pro y sus contras) pero dado que tengo una relación de afecto con el autor, me pareció oportuno preguntarle acerca del hecho de que entre la primera edición del libro y la segunda, había un poema que había sido cortado (reducido, censurado o autocensurado). Justamente esas relaciones de afecto y cercanía que tengo con algunos autores ha sido innumerables veces un problema, quizás no tanto para mí, como para los demás. Desde que elegí dedicarme a la crítica literaria, decidí hacerlo todo lo honestamente que me fuera posible, y eso implicaba leer los textos en los contextos donde fueran producidos pero no dejarme influir ni por amistad ni por enemistad en las consideraciones. No obstante he sido acusada tanto de obsecuente como de perjudicar a autores con los que hubiera tenido una rencilla personal. Y en ambos casos no era cierto. Lo que suele suceder es que el crítico es maravilloso cuando lo que dice se ajusta a lo que nosotros pensamos, y dice disparates si nos ofrece su lectura un punto de vista que no habiamos imaginado, y así...es muy dificil dejar a todo el mundo conforme; pero el debate que se suscitó con Cabeza de tarro creo yo, excede esas nimiedades que uno acepta como parte del rol que se asumió.
La contradicción se producen por el hecho de que Rodolfo y el libro susodicho fueron publicados por el Colectivo Cultural Bajo Los Huesos, integrado por un grupo de artistas que tienen una postura explícita, de connotación social e incluso política.
Esta agrupación integrada por Jorge Spíndola, Natalia Maldonado, Marcelo Chiuli, Diego Román, Marisa Barrientos, Rene Rivera Guerrero, Luis Carranza, Noelia González, Miguel Ñancufil, Miguel Rojas, Román Cura , Viviana Ayilef y Rodolfo Ap Iwan, entre otros, tiene como referente principal al poeta Jorge Spíndola, como el que tiene dentro del grupo mayor experiencia y trayectoria, y es quien prologa el libro de Ap Iwan. Este intelectual publicó a principios del mes de mayo de 2009 una solicitada que circuló por muchos sitios web y blogs, incluso correos personales, donde declaraba públicamente por qué no escribía en Jornada (un diario de la zona) donde manifiesta (cito textualmente)

Tal vez la enseñanza mayor de las luchas de 2001 fue nuestra pérdida social del miedo, nuestra impugnación de la vieja cultura del terror o de la no participación en la construcción de nuestros propios destinos como trabajadores. Esa es una conquista cultural y social que no debemos entregar a ningún patrón, a ningún modelo vigilante que pretenda erigirse sobre nuestras conciencias.

Por eso no me "cerraba" la autocensura. Me llamó la atención de que alguien que defendía con tanto impetu la libertad, de alguna manera apañara un gesto de autocensura, y no lo resaltara en el prólogo, donde enfatizaba la libertad con que el poeta escribía. Y por eso le pregunté al autor. Avisándole que no iba a sesgar ese hecho de la reseña. No hubo de mi parte ninguna actitud de mala fe. Ni la habrá, porque siempre voy de frente ante las cosas.
Tal vez, y solo tal vez, nuestro campo literario es tan chico que provoca estas fricciones de sentido, somos pocos, y nos conocemos todos o casi todos, o será que las dificultades de edición provocan ese temor de los autores de no ser leídos si ponen frases inconvenientes. Solo destaco que eso no es bueno, que no está bien que el autor piense o especule de antemano con que va a pensar o decir el lector. Es cierto también que un libro no se limita a un poema, pero un poema puede ser el síntoma de algo. Un poema (uno solo incluso) no es poca cosa. Qué puede estar pasando en nuestro campo literario para que estas cosas sucedan? ¿Éramos más libres cuando hacíamos ediciones artesanales y de poca circulación? Si así fuera sería lamentable. Es función de la crítica señalarlo, porque es un indicador de algo, porque si no ponemos a dialogar a la literatura con el contexto en el cual se produce somos un objeto suntuario, y yo no quiero dedicar mi vida a hacer objetos suntuarios, y que mis reseñas complacientes salgan publicadas en los grandes medios y eso.
El Colectivo Bajo Los Huesos y sus integrantes tienen todos los espacios para manifestarse, ni falta hace que se los aclare porque lo saben, porque la mayoría de ellos me conoce y conoce mi modo de trabajar. Pero son temas que valen la pena discutir, por la madurez y el crecimiento de nuestra literatura.

Claudia Elisabet Sastre- 6 de octubre de 2009- Puerto San Julián

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