jueves, 30 de abril de 2009

Se abre el fuego en esta discusión: Lo que dice Elpidio Isla

Esta es la primera parte de una discusión que esperamos aporte algo a las muchas preguntas que nos hacemos sobre y acerca de la literatura patagónica: esperamos ansiosamente otras opiniones.

CONVERSACIONES ENTRE ELISABET SASTRE Y ELPIDIO ISLA


Rilque decía en las cartas a un joven poeta que (cito de memoria) “las emociones se tienen demasiado pronto” y por ese lado comenzaría a indagar respecto a la desproporción entre la cantidad de poetas y narradores en la Patagonia. Por otra parte (y entre otras cosas) el paisaje juega un rol fundamental a la hora de contar, desde cualquier género, lo que nos rodea (Aquí pienso en un libro fundamental: “Tientos y Diferencias” de Alejo Carpentier, que si bien se refiere a la novela es aplicable a la literatura en general. La luz, el vacío, la distancia, la inexistencia de la palabra escrita en nuestros pueblos originarios y la cuestión de los contextos que toma Carpentier de Sartre. (Políticos, religiosos, sociales, económicos, étnicos, geopolíticos, etc.)
La primera tradición, la de nuestros pueblos originarios, fue oral, sucinta y necesariamente poética. La segunda arranca, hasta donde sabemos, con Pigafetta por 1519 y fue narrativa y escrita. Una cosa era sentir emocionalmente y expresar y otra muy distinta relatar hechos que tendrían necesariamente connotaciones políticas. Era necesario describir la desmesura del paisaje, contar desde la lucha contra la naturaleza hostil hasta las alternativas de la vida cotidiana. Recuerdo que cuando estaba escribiendo: Viaje Conjetural de Simón de Alcazaba a la Tierra Leve encontré dos relatos de ese viaje, editados por la Academia Argentina de Historia en 1938. Uno era de Alonso Vehedor, escribano enviado por la Corona para relatar minuciosamente los avatares del viaje y el otro era de Juan de Mori, segundo de Alcazaba en esa expedición. Los dos son casi idénticos: descarnados, ausentes de vuelo poético, textos casi periodísticos, escritos para construir poder. Por otra parte en la misma búsqueda encontré algunas descripciones orales de descendientes de pueblos originarios respecto a los viajeros (Casamiquela: En Pos del Gualicho). Emocionantes y de una profundidad poética estremecedora en su sencillez. Por allí, me parece, anda el comienzo de esta conversación sólo que unos quinientos años después.



Algunas digresiones prescindibles

Como editor me enfrento con una profusión poética que abarca los estamentos sociales más bajos y una dedicación a la narrativa puesta en los sectores más intelectualizados de la clase media. Esto se traduce en cuatro a uno a favor de la poesía; no estoy haciendo ningún juicio de valor sobre la supuesta calidad de los textos. Cada porteño tiene una novela en su cabeza y anda por la vida esperando el momento de escribirla y sorprender al mundo. Por otra parte cada tipo que escribió una novela es casi seguro que tiene a Proust en la mesa de luz. (Esto nos da una producción literaria con particularidades pero este sería tema de otra conversación)
Aunque esto parezca contradictorio con el propósito de esta nota diré que en la cultura argentina, la poesía es una cuestión de poetas antes que una cuestión de la gente. Esto no sucede en otros países latinoamericanos donde la poesía ha tenido un desarrollo y una inserción popular que no se ha dado en la Argentina: Chile, Perú, Brasil, Cuba mismo son los ejemplos más a mano en este momento. En nuestro país la poesía no goza de un lugar de privilegio y los poetas populares solo lo son si se asocian a la música, me pregunto ¿Qué hubiera sido de Manzi sin Troilo, o de Castilla sin Leguizamon, o Tuñon sin el Tata Cedrón? ¿Cuántas personas conocen, fuera del circuito, a Bustriazo Ortiz, Tuñón, Mario Trejo, Edgar Bayley, Zelarrayán o a Moore? Podríamos citar centenares de grandes poetas anónimos, envejecidos nadie los reconoce (tengo una docena de nombres, que no citaré porque sé lo que significaría para ellos). Tienen una obra magnífica que se perderá con su muerte. No alcanza con el trabajo de editores dedicados durante toda su vida a la promoción de la poesía y pienso en José Luis Mangieri el legendario editor de La Rosa Blindada y Libros de Tierra Firme y en Víctor Redondo y tantos otros cuyo trabajo no alcanzó para poner a la poesía en el alma de la cultura de los argentinos.



¿Por qué sucede esto?

No lo se. Solamente puedo intentar alguna deducción personal, arbitraria y rebatible. Darcy Ribeyro un antropólogo brasilero escribió algunos libros que llegaron a la Argentina en los setenta junto a los de Freire, Celso Furtado y otros igualmente valiosos. En “Configuraciones histórico-culturales de los pueblos americanos” (1975) Ribeyro plantea que en América se dan configuraciones histórico-culturales que podrían ser las siguientes (no tengo el libro en mis manos): pueblos testimonio son aquellos que tienen culturas milenarias no doblegadas totalmente (Bolivia, México etc) las poblaciones originarias no fueron eliminadas (no se puede decir que por falta de esmero de los conquistadores) y mantienen su identidad); Pueblos nuevos son los que fueron conquistados y su configuración histórico cultural se da por la fusión del pueblo nativo y el conquistador (la mayoría de los pueblos americanos) y por último los pueblos transplantados, que son aquellos que se iniciaron como pueblos nuevos y que en determinado momento por políticas llevadas a cabo desde el estado, el pueblo nuevo fue sustituido por inmigrantes europeos cambiando definitivamente su configuración de pueblo nuevo a pueblo transplantado, estos pueblos son poco en el mundo: Argentina, Uruguay, Australia y algunos países africanos. En el Río de la Plata Argentina y Uruguay funcionaron de igual manera: una cultura emergente (criolla, mestiza de Español e indígena) fue sustituida por las corrientes migratorias europeas a partir de 1860 y hasta 1950, después se produce otro fenómeno de migraciones internas que no son objeto de esta conversación.
Esto significó la introducción de nuevas lenguas y costumbres que cambiaron radicalmente la conformación socio cultural de nuestro país. Significó también la fractura de nuestra lengua, de manera que ya nunca volvimos a hablar ni a escribir de la misma forma. Dejamos de ser dueños de la lengua nueva y esto repercutió en nuestra literatura. Una suerte cosmopolitismo impuesto desde el poder dividió nuestra historia en dos partes: nuestra economía, nuestra configuración geopolítica, nuestra forma de ver la vida, quedó fatalmente dividida. Cada uno trajo lo suyo, a nosotros nos tocaron los italianos con su tradición musical, con su desarrollo de la novela comprometido con la opera que cantaba sus historias. La ciudad consecuencia geopolítica de la pampa húmeda generó su propia música y cantó sus historias y el poeta cedió su lugar al intérprete. No es extraño que a partir de ese momento veamos que el nombre del intérprete va adelante. El poeta ocupará un segundo plano (Troilo y Manzi; Gardel y el que fuera; Magaldi y Noda y otros)
Al margen quedó el noroeste con una poética intacta (propia de su condición de pueblo nuevo) que evolucionó por su lado; allí los poetas son populares (o al menos se confunden con los interpretes que suelen ser los mismos), la poesía vive en la gente, desde las bagualas hasta la poesía salteña tan cercana a la copla española. Esta es una primera aproximación. En Santa Cruz hubo dos comunidades que poblaron los dos extremos de una provincia diseñada en un escritorio porteño; los habitantes del noroeste argentino: catamarqueños, santiagueños, riojanos, salteños, etc. y por el otro lado los chilenos con su íntima forma de relacionarse con la poesía. Alguna vez alguien deberá estudiar la influencia poética de estas dos comunidades en la conformación socio cultural de esta parte de la Patagonia.
Por otra parte y esto excede a Santa Cruz, la gente suele considerar a la poesía como un primer escalón inevitable en una supuesta carrera literaria. Todo el mundo empieza escribiendo poesía y “escala” hasta la novela que viene a ser como la culminación, el podio de la literatura. Esto tienen relación con la afirmación de Rilque que comentaba al principio: “Las emociones se tienen demasiado pronto” y muchas de esas emociones terminan en textos presuntamente poéticos y muchos de ellos se editan y muchos de ellos son leídos por muchas personas. Alguien me dijo una vez que no existe la buena o mala poesía, existe la poesía. Esto significa que sólo una parte (muy pequeña) de lo escrito merece ser llamado poesía lo demás no llega a esa categoría.
Habrá muchos más que no recuerdo o no sé. Esta me parece una aproximación mínima, arbitraria, personal y por suerte rebatible de algunos motivos por los cuales hay muchos poetas y pocos narradores en la Patagonia.

a)La primera tradición, la de nuestros pueblos originarios, fue oral, sucinta y necesariamente poética.
b)Los contextos físicos: la luz, el aire, el viento, las noches, la soledad, la amplitud y el vacío del paisaje, la distancia.
c)Los contextos geopolíticos: la influencia de corrientes migratorias de fuerte raigambre poética; los llegados del noroeste argentino, los chilenos y en el valle de Chubut, los galeses con su tradición poética milenaria. No es menor el dato de la tradición galesa excluía a los poetas de la pena de muerte.
d)La emoción, la nostalgia, es decir las emociones puestas a flor de piel.
e)La urgencia de la emoción frente al trabajo arduo y desgastante que implica la narrativa.

Yo creo y esto merecería una reflexión más profunda (que yo no estoy en condiciones de hacer): la poesía no es un género literario, creo que lo excede, la poesía es un arte en si mismo y así como la pintura, la literatura, la música, la filosofía. La poesía debiera estar más allá de toda definición y de toda intención clasificadora.

Si llegaste hasta aquí tu optimismo me conmueve
Gracias.
elpidio isla